Mirad, este es el protocolo que funciona, unísono por cierto, con algún sesgo tornasol: Somos lacayos porque es placentero y natural. Ecochulo.
Esta tarde, sin ir más lejos, he visto androides como yo que discutían mercurialmente en un paso de cebra. Su gesticulación era pura marioneta, pretendían que los ociosos testigos ratificaran sin adivinar la razón. Solo exigían la contundente exculpación y/o el castigo, sin medias tintas. No es No y toda esa reliquia sulfúrica. El incidente ha durado un espasmo pero el regocijo supuraba en las miradas de la Tribu.
Más allá, a la vuelta de la esquina, varios petimetres con tatuajes en los párpados, sometían a un juicio sumarísimo a un compadre angustiado que les miraba con los ojos escarchados. Aducían deudas ocasionales y algún agravio desteñido pero acuciante. El tipo acusado encajaba los golpes con una sumisión dolorida. Me pareció muy eficaz su lacayismo. Lejos de ser una tara, se dibujaba como una treta escueta pero, a la vez, razonablemente enojosa para los Trolls que le escupían.
En el Bazar nepalí una horda de clientes en fase 5 de extravío requerían explicaciones por una mercancía dudosa. El propietario, un misterioso ser afable, dueño de una endeblez extrema, regurgitaba sonrisas mientras canturreaba una letanía interminable de lo que sospecho eran explicaciones torturadas. La horda amenazaba con delirantes autos de fe policiales, jurídicos, desopilativos. El hombre-mineral agradecía los torrentes de hiel y se defendía con todo tipo de mohines lacayunos.Sorprendentemente, el ataque cedió de pronto, una nube de impotencia invadió la histeria de los tumultuosos y el nepalí de cristal les acompañó a la puerta con esa cálida mansedumbre que envidio. Sobre el mostrador, la mercancía desahuciada parecía sonreír satisfecha .
No sigo. La horma es eterna. El mecanismo no se altera sea cual sea el escenario o el enjuage. Es una sepsis. Un estereotipo.
Nuestra tendencia es la servidumbre. Lacayos preservativos todo a cien.